Metrópolis Fractal 

2018 - Presente

Proyecto fotográfico anclado en las huellas de la transformación de la ciudad de Santiago.  Una urbe que ha tenido una frenética modernización, al respecto este proyecto busca realizar el registro dando cuenta de la mutación del paisaje urbano. Las fotografías documentan las huellas de los cambios en la ciudad tomando el pulso desde las evidencias y las contradicciones del crecimiento económico del país que han constituido a Santiago de Chile en estos últimos 30 años en un catalizador de sueños y vicisitudes de tantas personas.

El proyecto busca ahondar y analizar en rasgos específicos desde la exploración fotográfica radical que aborda desde seis temáticas al modo de un circuito cartográfico de una estructura urbana inestable.  Hay que desplazarse para establecer los flujos imperceptibles de una ciudad territorial que anclada en aspectos específicos buscan articular una narración como retrato contemporáneo de Santiago: territorio, estructuras y artefactos, obsolescencia y abandono, memoria, y finalmente, utopías. En fin, un mapamiento como conocimiento visual y profunda contradicción intrínseca de una ciudad en busca de sí frente a la corriente globalizadora.



Paisajes en Resistencia I
2017 - Presente
La zona precordillerana localizada justo arriba del barrio San Carlos de Apoquindo, en la ciudad de Santiago de Chile, representa la última frontera entre el avance de los nuevos barrios cercados que metro a metro ganan terreno cada año, y el ecosistema de flora y fauna característico de la precordillera central. Esta tensión permanente entre ciudad y naturaleza es la que da orígen a este proyecto. En él busco documentar a la manera de una suerte de cartografía, la naturaleza que aún queda en esta frontera. Se trata de bosques esclerófilos, espinos, arbustos, y otros ejemplares típicos de esta zona. 





Transiciones



Historia Natural


Este proyecto fue desarrollado entre los años 2004 y 2006 en el Museo de Historia Natural de Santiago de Chile.

La idea de este proyecto surge de una búsqueda personal por investigar y desarrollar a través de la fotografía, un paralelo entre los “mecanismos” para detener el paso del tiempo utilizados por los museos en sus colecciones de historia natural, y la labor propia de la fotografía, también como dispositivo capaz de fijar el retrato, desafiando de esa forma al tiempo y otorgando alivio a la memoria. Ambos dispositivos comparten un propósito común, son simulacros de lo que ya no está, y a la vez desafían el tiempo.

Con estas premisas desarrollé este trabajo durante 2 años en el museo. Pude acceder a las colecciones de animales que no se exhiben al público, guardas en viejas vitrinas, muchas de ellas del siglo XIX. Todo fue fotografiado sin intervención alguna, en película analógica de blanco y negro. Las copias  fueron realizadas también de la misma forma en laboratorio tradicional.

La taxidermia tiene sus orígenes en Europa, en los siglos XVI y XVII, primero utilizado por coleccionistas para su “gabinete de curiosidades” con especies traídas desde confines extremos. Posteriormente comenzó a ser utilizado en la museografía, dando pie a grandes colecciones exhibidas en los museos de historia natural del mundo hasta el día de hoy.

La taxidermia permitió al igual que la fotografía, pero de manera más precursora, detener el paso del tiempo en este caso, del animal preservado. El animal después de su muerte logra recobrar su presencia física gracias a la taxidermia. Pero sabemos que esto es meramente un simulacro, que pese a ello puede transformarse en la última documentación física de la especie luego de su extinción. Algunas de estas piezas de museo ya son lo único que queda de tal especie.

Así entonces la técnica de la taxidermia es un mecanismo que desafía al tiempo y a la vez crea una memoria simulada. Los animales aparecen dentro de dioramas en una representación de su entorno natural, con los muros pintados de montañas y bosques. A veces estas escenografías han sido armadas de manera desprolija, recordándole rápidamente al espectador que se trata de un simulacro.

La melancolía que estos viejos dioramas y vitrinas en desuso evocan entran para mi en una extraña comunión con la fotografía, intentando por lo tanto sostener esa premisa de la fotografía de que “las cosas aparezcan en tanto desaparecidas*”.

*Jean Claude Lemagny







Detrás del Paisaje

2001 - 2003

Un hombre frente a su paisaje.
Un hombre cámara en mano, ojos y corazón unidos a ella.
¿Cómo te paras frente a tu entorno? ¿Cómo dialogar con la naturaleza que te rodea y que te antecede por siglos en la vida? ¿Qué le preguntas y sobre todo qué respuestas esperas de ella? Un libro de fotografías encierra preguntas que el autor no puede contestar y dudas que intenta compartir. Cada imagen nos sitúa en el terreno de aquello desconocido, de un misterio en el que quisieramos entrar. Este vértigo del misterio, es el que nos empuja a veces a recorrer largos y escarpados caminos, al borde de un abismo, regiones ignotas y a veces senderos sin salida aparente.
Cruces de camino sin señales de orientación, que pueden llevarnos a contradicciones feroces, pero intentando no caer en el delirio estéril de la incoherencia.

También está la luz.
Y el temor a perderla.


Luis Poirot
Bruselas, julio del 2001

*Extracto de la introducción al libro Detrás del Paisaje



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