Historia Natural


Este proyecto fue desarrollado entre los años 2004 y 2006 en el Museo de Historia Natural de Santiago de Chile.

La idea de este proyecto surge de una búsqueda personal por investigar y desarrollar a través de la fotografía, un paralelo entre los “mecanismos” para detener el paso del tiempo utilizados por los museos en sus colecciones de historia natural, y la labor propia de la fotografía, también como dispositivo capaz de fijar el retrato, desafiando de esa forma al tiempo y otorgando alivio a la memoria. Ambos dispositivos comparten un propósito común, son simulacros de lo que ya no está, y a la vez desafían el tiempo.

Con estas premisas desarrollé este trabajo durante 2 años en el museo. Pude acceder a las colecciones de animales que no se exhiben al público, guardas en viejas vitrinas, muchas de ellas del siglo XIX. Todo fue fotografiado sin intervención alguna, en película analógica de blanco y negro. Las copias  fueron realizadas también de la misma forma en laboratorio tradicional.

La taxidermia tiene sus orígenes en Europa, en los siglos XVI y XVII, primero utilizado por coleccionistas para su “gabinete de curiosidades” con especies traídas desde confines extremos. Posteriormente comenzó a ser utilizado en la museografía, dando pie a grandes colecciones exhibidas en los museos de historia natural del mundo hasta el día de hoy.

La taxidermia permitió al igual que la fotografía, pero de manera más precursora, detener el paso del tiempo en este caso, del animal preservado. El animal después de su muerte logra recobrar su presencia física gracias a la taxidermia. Pero sabemos que esto es meramente un simulacro, que pese a ello puede transformarse en la última documentación física de la especie luego de su extinción. Algunas de estas piezas de museo ya son lo único que queda de tal especie.

Así entonces la técnica de la taxidermia es un mecanismo que desafía al tiempo y a la vez crea una memoria simulada. Los animales aparecen dentro de dioramas en una representación de su entorno natural, con los muros pintados de montañas y bosques. A veces estas escenografías han sido armadas de manera desprolija, recordándole rápidamente al espectador que se trata de un simulacro.

La melancolía que estos viejos dioramas y vitrinas en desuso evocan entran para mi en una extraña comunión con la fotografía, intentando por lo tanto sostener esa premisa de la fotografía de que “las cosas aparezcan en tanto desaparecidas*”.

*Jean Claude Lemagny






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